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viernes, 10 de febrero de 2012

Alcantarillas japonesas

Y ahora hablemos de alcantarillas. ¿Creen que sea un bonito tema? Depende de el lugar.
Desde que el ser humano decidió que le convenía más vivir en grupos para dividir el trabajo, para protegerse, para facilitar el conseguir alimento, etc, tuvo que empezar a ver qué iba a hacer con los desechos ya no de una persona, sino de un grupo. Al ir creciendo las ciudades hubo que acondicionar algo para eliminar los desechos, y surgieron los sistemas de alcantarillado públicos.
Estamos acostumbrados por las películas a pensar en alcantarillas y que lleguen a la mente tétricos y húmedos pasillos inundados de aguas negras, con poca luz, muchas ratas y, según la película, uno o dos monstruos mutantes, un fantasma de la ópera o algún asesino psicópata con disfraz extravagante.
Y en algunas ciudades pensar en alcantarillas es imaginar un hoyo en el pavimento porque alguien quitó la tapa de la alcantarilla o la rompió y el municipio aún no la ha reparado. Tal vez algún bienintencionado ya puso una llanta en el agujero para avisar a los desprevenidos y que no vayan a romper un eje del automóvil en lo que el municipio lo repara.
Pero rompamos el paradigma y pensemos algo positivo de las alcantarillas. Lo primero es que, sin ellas, estaríamos inundados en forma no muy agradable.
Lo segundo es que hay tapas de alcantarillas que son hermosas, como estas tapas japonesas que pongo a su consideración. Si vas a tapar algo feo, hazlo con algo muy bonito. (No es sabiduría antigua. Se me acaba de ocurrir)



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