He aquí un hallazgo científico, en el cual se encontró que los placodermos, unos peces extintos hace 350 millones de años, se reproducían por fecundación interna, esto es, sentando el precedente para que hoy los animales (entre ellos los humanos) tengamos sexo, aunque en los seres humanos ya no necesariamente con fines reproductivos.
Les contaré el siniestro y misterioso caso del pene perdido. Por un lado tenían el fósil de una hembra embarazada. Por lo tanto, el macho de esta especie debía tener pene. Y de hueso, como los tiburones. Pero no lo encontraba en la parte del fósil del macho donde se supone debería de estar. Hasta que uno de los científicos encontró que lo que habían pensado era parte de la pelvis, en realidad era la parte ósea del pene.
Aparece el pene perdido
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Me quedé pensando.
Por un lado, luego de ver la ilustración del artículo, pienso que les estaba faltando imaginación a los que examinaban el fósil para encontrarle la forma y la utilidad.
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Por otro lado, un fuerte ¡viva! para estos animalitos precursores (realmente no puedo llamarlos inventores) del sexo, pues iniciaron una sana y placentera tradición, y no debemos perder nuestras tradiciones.
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Y por último. ¿Un pene con hueso? ¡Dios mío! ¡Qué incomodidad!
(Aunque tal vez los que usen Viagra lo vean como una ventaja competitiva).
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Como habrán de imaginar, en aquellos tiempos, sufrir una fractura equivalía a una desgracia de proporciones superlativas y eso, sin mencionar lo incomodo y politicamente incorrecto que sería traer el pene en cabestrillo
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