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jueves, 6 de agosto de 2009

No existen los yetis. ¿O sí?

Existe el mito urbano de accidentarse en las montañas del Himalaya y ser salvado por un Yeti.

Las referencias sobre la existencia del yeti se pierden en la noche de los tiempos. "Los tibetanos afirmaban descender de un dios simio, una reencarnación de Chenresi, que había tomado por esposa a una mujer demoniaca con la que tuvo seis hijos, de pelo largo y con cola", recuerda Messner. En los cantares de Milarepa, escritos hace más de 1.000 años por este santón, se le describe por primera vez: bípedo de gran altura, cubierto de largos pelos, a mitad de camino entre el oso y el mono. Exactamente igual a las decenas de narraciones de testigos que presumen de haberlo visto en los confines más distantes de la gran cadena montañosa asiática.

"Ya en 1832, el primer representante del Gobierno británico en Nepal, Brian H. Hodson, había descrito un ser hasta entonces desconocido: `anda erguido, está cubierto de pelo largo y oscuro, y no tiene cola'", señala el tirolés.

En 1921, el coronel Howard-Bury, jefe de la primera expedición británica al Everest, vio en las pendientes nevadas unas siluetas a 6.000 metros. Cuando alcanzaron aquella cota, descubrieron unas descomunales pisadas. A miles de kilómetros de allí y 21 años después, el oficial polaco Slavomir Rawitsch, descubrió en su viaje a la India desde el desierto del Gobi a una pareja de extraños seres "extraordinariamente grandes y que andaban erguidos".

Fue el explorador y alpinista inglés Eric Shipton, quien primero logró una prueba de la existencia del "abominable hombre de las nieves". En 1935 obtuvo una fotografía de una inmensa pisada de 31 centímetros de longitud y 18 de ancho, que algún ser dejó impresa en el glaciar Melungtse, entre Tíbet y Nepal. Tiempo después, alpinistas y exploradores famosos como el geólogo francés Bordet o Sir John Hunt, jefe de la expedición inglesa que en 1953 logró subir por primera vez al Everest, afirmaron haber visto al "hombre de las nieves". Con ello, se disparó el interés de Occidente, organizándose decenas de expediciones en búsqueda de esta mitológica criatura. "Entonces había más expediciones dedicadas al yeti que a los picos de 8.000 metros de altura", precisa Messner.

El propio Edmund Hillary, quien junto con el sherpa Tenzing alcanzó el Techo del Mundo en aquella expedición, organizó en 1960 una larga búsqueda por el Tíbet oriental, a resultas de la cual obtuvo el legendario escalpelo que los monjes del monasterio de Khumjung guardan como una reliquia del yeti. Aunque posteriores análisis genéticos han señalado que se trata de un simple pellejo de cabra. En 1984 el gobierno de Beijing, ofreció una recompensa de 10.000 yuans a quien capturase algún ejemplar vivo del misterioso "hombre mono". Algunos vieron en la medida un paso más en su afán de apisonar todas las tradiciones del Tíbet, país convertido en una simple provincia china, otros consideraron que se trataba de una maniobra turística. Los tibetanos no le dieron ningún valor. Nadie capturaría un jemo, un ser tan temido como venerado, capaz de romper el espinazo de un yac de un puñetazo, de raptar a hombres y mujeres, de moverse por las montañas con la velocidad del rayo o de traer la mala suerte a quien tenga un encuentro con él.

El artículo completo Yeti. Leyenda y realidad




Y recuerda. There is no such thing as yetis.

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