Consideremos el estado de náufragos como una opción vacacional.
Deberían ser unas vacaciones largas para poder considerarlo como un naufragio con todas las de ley, o sea, con sus aspectos de supervivencia, soledad, carencias, alejamiento de la vida moderna. Un espacio para la meditación en introspección. Sin embargo, para poder filosofar primero hay que solucionar las necesidades primordiales. Casa, comida, protección. Ya después habrá tiempo para las demás.
Este es el caso de un suizo que quiso vivir todo esto y se lanzó a una isla del pacífico a hacer su propia versión de Robinson Crusoe, acompañado de un machete, una navaja (su paisana) y una cámara de video (¿donde recargaría las pilas?). Su meta era sobrevivir por 300 días sin interferencia humana y sin contaminar. Su compañía, un puerquito bebé, al que no se comió por estar muy pequeño y se convirtió en su mascota.
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Cuando alguien decide lanzarse en un proyecto de esta naturaleza, puede anticiparse que lo hace porque le sobra el tiempo para gastarselo de esta forma. De ahí que a mi parecer, resulta sumamente ocioso buscarse un elevado nivel de ostracismo, para dedicarse de tiempo completo, precisamente a no hacer nada. Con toda seguridad, este moderno Crusoe, lo primero que encontró, tan luego como pudo ponerse a filosofar, es que el tiempo perdido es igual aquí, allá y en todas partes. Salvo, que este quisiera practicar un decantado estilo del ascetismo más puro.
ResponderEliminarEn lo particular, son tremendamente devoto de las compañías y jamas me enfrascaría en una aventura de este tipo, ya que a mi juicio, lo más terrible de estas vivencias pudiera ser la terrible sensación de soledad que debió acompañarlo durante todo el tiempo que duró su experiencia.
De cualquier manera, luego de razonar el punto Ornitotélicamente, creo que resulta aún más ocioso gastarse el tiempo opinando acerca de la inactividad, que dedicarse simple y llanamente a hacer nada