En estos momentos cercanos a un eclipse, nos da por pensar en el sol, la luna, luego el espacio, los demás astros y cuerpos celestes y cuanta piedra de tamaño decente vague por esas latitudes. Y es al pensar en tamaños cuando regresamos a la conclusión que para el universo no somos ni hormiguitas, ni siquiera microbios o virus.
Cuando yo era niño, pensaba que el universo tenía que ser infinito, pues si llegabas al final del universo no lograba imaginar qué había más allá. Imaginaba que llegabas a un punto donde había un letrero "Fin del universo. No pase", y más allá, todo vacío, y pensaba que lo vacío también formaba parte del universo, por lo tanto no era el fin. (No había nintendo todavía)
El caso es que para el universo somos muy pequeños. Aún si nos medimos como decía Napoleón, "De la cabeza al cielo". Y esta ilustración y el video nos dan una idea de qué tanto lo somos.
Ilustración
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