Una historia curiosa
Cuando el astronauta del Apolo Neil Armstrong pisó por primera vez la luna, no sólo dijo su famosa frase, “Un pequeño paso para el hombre, un enorme salto para la humanidad”, sino que después hizo varios comentarios, los usuales de comunicación entre él, los otros astronautas y el centro de control. Sin embargo, justo al volver a la cápsula dijo algo enigmático:
- Buena suerte, señor Gorsky.
Mucha gente de la NASA pensó que sería un comentario casual acerca de algún cosmonauta soviético rival. Sin embargo, tras comprobarlo, no se encontró ningun Gorsky en ningún programa espacial, ni ruso ni norteamericano. A lo largo de los años, mucha gente interrogó a Armstrong acerca del significado de su comentario “Buena suerte, señor Gorsky”, pero Armstrong se limitaba a sonreír siempre, sin decir nada.
Pero hace algunos años (el 5 de julio de 1995 en Tampa Bay, Florida), mientras respondía preguntas tras un discurso, un periodista sacó a relucir la famosa pregunta de 26 años de antigüedad. Esta vez por fin respondió. Mr. Gorsky había muerto, por lo que Neil Armstrong sentía que podía dar solución a la pregunta.
Cuando era un niño, estaba jugando al beisbol en el patio trasero con un amigo. Éste golpeo una bola con fuerza y la hizo aterrizar enfrente de la ventana del dormitorio de sus vecinos. Éstos eran el señor y la señora Gorsky.
Cuando Neil se inclinaba a recoger la pelota, oyó a la señora Gorsky gritándole al señor Gorsky:
- ¡¿Sexo oral?! ¡¿Quieres sexo oral?! ¡Tendrás sexo oral cuando el chico del vecino se pasee por la luna!
Es una historia verdadera.
Verdad o mentira… quien sabe…
El hecho de que Armstrong se haya tomado tanto tiempo para explicar la causa de su frase de buena voluntad, puede significar que la anécdota es cierta y que no la explicó por las razones por él aducidas hasta que finalmente reveló su significado, o bien, puede ser falsa y simplemente se le ocurrió soltarla en un momento de inspiración divina.
ResponderEliminarYo me inclinaría por lo segundo, el comentario tiene toda la carga del clásico humor gringo, una historia espontanea, aparentemente inocente, con un desenlace inesperado.
Por qué creo esto...
Simplemente si lo que Armstrong dijo fue verdad, El sujeto habría festejado el asunto en grande y de seguro le habría mandado una foto; El tal Gorsky sentado a una mesa solitaria, sin cubiertos, ni comida, pero con una gran sonrisa y una mirada estúpida en la cara, y la gente diría, de que se reirá este tipo, para percatarse tras observar mejor la foto, que bajo la arruga del faldón del mantel que cae al otro extremo de la mesa, asoma algo extraño, algo que bien podría ser el tacón de un zapato de la señora Gorsky.
Y proviniendo este asunto de algo tan festejado, de seguro más de algún tabloide la imprimiría, publicando también lo que seguramente se leería al reverso: You bet Armstrong boy!